El anuncio de la desaparición de la Agencia Valenciana de Salud hecho por el Conseller de Hacienda (que no por los responsables de Sanidad) el pasado 4 de octubre mas que un drama es un vodevil. Creada hace 10 años, con el objetivo de “…llevar a cabo una adecuada gestión y administración del sistema valenciano de salud y de la prestación sanitaria de la Comunidad Valenciana…Ley 3/2003 de Ordenación Sanitaria” nunca ha deslindado su actuación de la de la Conselleria. Simplificando su papel se limitaba a marcar logotipo, CIF propio y el rimbombante cargo de su responsable “director gerente” que en realidad es y sigue siendo el secretario autonómico de sanidad.
Por tanto su desaparición no ahorrará un solo euro a las arcas públicas, es mas si ahora hay que cambiar los logotipos de folios, sobres, batas, tarjetas de visita, etc.… si que tendrá un gasto adicional que los responsables sanitarios (o de hacienda) deberían cuantificar y difundir para que la ciudadanía pueda aquilatar la “buena gestión” de las decisiones del gobierno valenciano del PP.
La medida es meramente cosmética y con el objetivo de dar, ante Madrid y la ciudadanía, una imagen de solvencia gestora que está lejos de la realidad. Es llamativo y por eso el titulo de esta nota, el ninguneo que desde hacienda (el Conseller es el “hombre de negro” de Montoro) se hace de nuestras autoridades sanitarias. Nuestros responsables sanitarios han limitado su papel a confirmar lo poco efectiva que era la Agencia y a corroborar la levedad de su propio papel.
No es la primera vez que desaparece el organismo autónomo sanitario en el País Valenciano, ya el anterior gobierno socialista se cargó el Servicio Valenciano de Salud, en aquella ocasión lo que se comentó es que tampoco fue por motivos de ahorro (como ahora no había estructura específica que despedir) sino mas bien porque su gestión le hacía sombra al nivel político.
La separación en sanidad de los niveles políticos (financiación, planificación, regulación) y de gestión (provisión de servicios) ha sido uno de los ejes de todas las recomendaciones, desde hace casi 25 años (Informe Abril. 1991) de los expertos y principio de virtud de buen gobierno. La politización del sistema sanitario es el problema principal de nuestra Sanidad Pública. Cuando el político intenta gestionar sin entender deteriora la institución que habita sin importarle las consecuencias. La altura política de nuestros dirigentes todavía no alcanza entender que para que un país funciones es necesario que funcionen sus instituciones. Tal irresponsabilidad político-gestora se manifiesta inevitablemente en la supresión de la AVS, que no tiene cabida en su modelo de gestión político-clientelar, donde la ignorancia u omisión de responsabilidad no les permite vislumbrar otro horizonte que la tijera.
La Agencia Valenciana de Salud, aunque no desarrollada, era un camino hacia ese modelo. Su desaparición nos aleja mas, si cabe, de la sanidad como un elemento clave del estado de bienestar inmune a los intereses coyunturales de los políticos de turno y del concepto de servicio público cuyo objetivo primordial es la salud de los ciudadanos y no la propaganda partidista. También nos aleja de esa función (como ocurría con el NHS en Gran Bretaña) que los servicios sanitarios públicos deben tener, de icono con el que orgullosamente identificarse profesionales sanitarios y la sociedad valenciana.
Solo por eso la desaparición de la AVS es una perdida y además ilustra el estado de nuestro gobierno autónomo, que se limita a obedecer las directrices que vienen del gobierno central, como consecuencia de su pésima gestión de 18 años a menos que sea el primer peldaño de una estrategia para privatizar el servicio sanitario valenciano… Aunque tal como está, ya hemos visto que no hay quien lo quiera.